ARTÍCULO PUBLICADO EN DIARIO SUR

Empieza el curso en Primaria y Secundaria, el alumnado renueva el material escolar y las madres y padres su preocupación por acertar con las actividades extraescolares. Tanta oferta abruma: idiomas, baile, talleres de cocina, robótica. Ya nadie discute la idoneidad del deporte, incluso para las niñas y jóvenes. Eso sí, ahora hay que dar con el deporte adecuado. Te mostramos las claves por las que tu hija debería jugar a waterpolo.

Es divertido

Marta Bech, jugadora infantil del CDWP Málaga, opina que “es muy divertido, te lo pasas muy bien, conoces a más gente y te sirve para despejarte un rato de los estudios, aunque lo mejor son los partidos”.

Lorena Miranda, medallista olímpica, oro en el Mundial de 2013 y en el Europeo de 2014 y entrenadora de un equipo absoluto masculino en categoría nacional, explica que “el waterpolo resulta muy satisfactorio, si te gusta el agua. Es un deporte que engancha. Incluso llama la atención a la gente de fuera: padres, espectadores”.

Es completo

Es una de las “actividades más completas a nivel fisiológico y motriz”, según la graduada en Ciencias del Deporte, Xenia Sánchez, jugadora y entrenadora del Club Waterpolo Dos Hermanas. “Tiene los beneficios de la natación y el plus añadido de ser más lúdico. El waterpolo estimula unas capacidades y una motricidad que necesitamos a diario: coordinación, lateralidad, orientación, además de resistencia, fuerza y velocidad”. También ayuda a la circulación y aumenta la capacidad pulmonar.

Susana Belando explica que la práctica del waterpolo “fortalece la espalda, las lumbares, los brazos y ha ayudado a mi hija de 10 años a recuperarse antes de su operación en la pierna”.

“Es un deporte sano, que contribuye de forma natural a controlar el peso y combatir el sedentarismo”, afirma Mª José García. “Colegio e instituto imponen un ritmo de vida sedentario al obligarles a permanecer sentados muchas horas al día, en clase y luego en casa, haciendo deberes y estudiando. El waterpolo no es solo un juego, es salud”.

A nivel emocional, Paloma Gandarias, jugadora del CDWP Málaga Femenino destaca “que las vivencias, compartir derrotas y triunfos en un ambiente de comprensión y generosidad va más allá del compañerismo, estableces lazos muy fuertes de amistad, que permanecen incluso cuando dejas de jugar. Además, aún siendo un deporte de contacto, la competición es muy sana y te haces amiga de las jugadoras de equipos rivales”.

“Esto es –según Lorena Miranda– porque el waterpolo fomenta la competitividad desde el respeto a las jugadoras del otro equipo, a los árbitros y entrenadores”.

Educa en valores

Para Paloma Gandarias jugar a waterpolo “te enseña a valorar el esfuerzo, el sacrificio, a trabajar en equipo y a ser honesta y generosa, pues, sin el resto del equipo no eres nadie”.

Desde la óptica de las entrenadoras, Xenia argumenta que “la juventud actual obtiene cosas sin esfuerzo y el waterpolo te enseña a esforzarte. Además, te hace disciplinada”, mientras Lorena destaca “el compañerismo, la compenetración y el aprender a perder: cuando se pierde un partido, perdemos todas, la entrenadora incluida”.

Angus Palacios, cuya hija juega desde hace 14 años, añade valores como “la constancia, la organización, la humildad, la gestión de la frustración y la recompensa por el esfuerzo”.

Mª José habla de “afán de superación y de trabajar para conseguir objetivos”. También de igualdad. Es madre de una chica y un chico. Ambos practican waterpolo y considera que “el club no establece diferencias, les enseñan y les exigen lo mismo. Sin embargo, sí lo viven de forma diferente porque se involucran según su personalidad, así mi hija le saca más partido a todo, no solo a la faceta deportiva”.

Ayuda en los estudios

Angus Palacios apunta que “cuando están deseando irse a entrenar no pierden el tiempo con la tele o el móvil, se ponen a hacer los deberes y a estudiar”.

Por otra parte, según Paloma, “el Club te apoya en los estudios para que puedas seguir jugando y tienes la doble motivación de tus compañeras y de que no se come del waterpolo”.

Forma para la vida

Paloma apunta que el waterpolo “te ayuda en tu día a día más de lo que parece. Por ejemplo, convives con muchos tipos de personas diferentes, maravillosas, y aprendes a aceptar y valorar esta diversidad”.

A criterio de Angus Palacios, “aprenden a organizarse, a escuchar y a luchar por lo que quieren” y coincide con Mª José en que “se intentan corregir para mejorar y esta actitud la trasladan a todos los ámbitos de su vida”.

Deporte apto para todas

“Lo bonito del waterpolo es que cualquier persona vale, no se necesitan unas características físicas más marcadas como sucede en otros deportes”. Susana Belando está completamente de acuerdo con la opinión de Xenia. Su hija de 10 años tiene una minusvalía, va en silla de ruedas, no corre, ni anda sin apoyo “pero en el equipo es una más, juega y entrena como los demás. En el agua, su minusvalía no es un hándicap y está muy integrada en el equipo. Está muy contenta porque ella quiere hacer lo mismo que hacen otros niños y el waterpolo le da esa oportunidad”.

Tampoco la edad es un problema, pues, como dice Paloma “las más pequeñas entran en la escuela y se forman en la cantera. Pero también es una alternativa para las adolescentes. Hoy tienen mucha prisa por crecer. Jugar al waterpolo es más divertido y sano que las maquinitas o beber en la calle. Y no importa tanto la edad a que empieces”.

“Otras virtudes del waterpolo –continúa Paloma– son que combate el fracaso escolar y el bullying y facilita la integración social al carecer de roles excluyentes”.

¿Y qué pasa con los padres?

“Que además de ver a sus hijas felices –cuenta Paloma–, pueden relajarse porque saben dónde y con quién están sus hijas”.

Para Angus, “aunque tengas que sacrificarte para llevarla a entrenar y a los partidos, te compensa al verla disfrutar. Además, el ambiente es muy bueno y el trato con los demás padres, muy familiar. Incluso con los de otros clubes. Pasamos muy buenos momentos”.